AL MADRID LE BASTA CON UN PICOTAZO DE GüLER

A Arda Güler la basta con muy poco para dejar rastro. Y al Real Madrid le bastó con Arda Güler para acercarse un poco más a abrochar matemáticamente la Liga (le faltan cuatro puntos en cinco partidos) y para atravesar sin rasguños, y dando refresco a muchos jugadores, la última escala antes de la cita gigante que tiene el martes que viene en Múnich, en la ida de la semifinal de la Champions contra el Bayern. El equipo de Ancelotti tuvo suficiente con el tanto del turco para doblar a una Real con más control y más ocasiones, pero que no encontró el modo de batir a Kepa.

El Madrid salvó así un partido pasarela. Al principio solo aparecieron en el campo dos de los que habían jugado contra el Barça, Tchouameni y Modric. Estaban, en cambio, los que pretendían demostrar a Ancelotti que todo este tiempo había estado equivocado con ellos, sobre todo Dani Ceballos y Arda Güler, tal vez también Kepa Arrizabalaga, ahora que incluso empieza a asomar ya el regreso de Thibaut Courtois. Y luego Militão, que va regresando de manera gradual del mismo destrozo en la rodilla que el portero belga.

El brasileño volvió a ser titular 32 jornadas después de caer en la primera fecha de la Liga en San Mamés, a menos de 100 kilómetros del estadio que lo vio aparecer otra vez de inicio. Aunque las perspectivas de Militão son distintas. Ancelotti vigila su evolución para ver si podría contar con él en la eliminatoria de semifinales de la Champions que se abre el martes y se cierra el miércoles siguiente en el Bernabéu. En el Reale Arena mostró más energía que finura. Estuvo atento, vivo en las coberturas, enérgico en el choque, pero todavía a cierta distancia del central seguro que era en la salida y en el corte.

El caso de Güler es diferente. El turco, que apenas había jugado 100 minutos en toda la temporada, solo 36 en la Liga, encontraba al fin su momento. También el público para degustar un futbolista en el que ha entrevisto una inspiración extrema, carne de highlight. Los parpadeos que ha asomado en el campeonato han resultado memorables: un tiro al larguero desde el centro del campo en seis minutos contra Osasuna, un gol al Celta en dos. Contra la Real tardó un poco más, pero volvió a marcar cuando aún no había transcurrido ni media hora. Tchouameni abrió en diagonal a la derecha a Carvajal, el lateral cruzó un centro al primer toque que atravesó el área y al final del cual apareció el turco para encontrar la red entre las piernas de Remiro.

La jugada, de elaboración ligera, resumió el momento del Madrid en el partido. También su relación con la pelota había sido más bien ligera hasta entonces. El paso lo marcaba la Real, empeñado en afianzar el sexto puesto que le envíe la temporada que viene a la Europa League, y no caer a la Conference. Zubimendi y Turrientes mandaban en el medio y Barrene y Take amenazaban por los costados. El primer tramo el Madrid se vio bajo un chaparrón de centros en la lluviosa noche donostiarra. Nada serio, nada demasiado peligroso, salvo un gol anulado a Take por una falta previa a Tchouameni. Pero todo bastante molesto.

El batallón de Ancelotti mantenía posiciones mientras el de Alguacil manejaba el balón: un plan clásico en el que el Madrid parece maniatado, desaparecido, y termina mordiendo antes. Encontró antes el gol que el juego.

Ya en el segundo tiempo, Güler se acercó más a Ceballos y a Modric, que dejó otra función de clase y entrega sin reserva. No fluían demasiado, ni durante tramos muy prolongados, pero iba aplacando la amenaza de la Real, en la que Take seguía retando a Fran García.

La primera fase de la pasarela duró algo más de una hora, cuando Ancelotti metió a Vinicius y Valverde por Güler y Ceballos. El turco había dejado huella; el utrerano no encontró el hilo del juego.

No cambió el viento. La Real seguía empujando en busca de su destino europeo. Alguacil metió a Zakharyan, Becker y Elustondo, y Oyarzabal rozó el empate con un balón picado que desvió Rüdiger con el cogote. El Madrid aguantaba el avance del cronómetro sin angustias. Poco más. Nada menos. Y después de otra noche que atravesó agazapado, estuvo a punto de ampliar la ventaja con un remate de Camavinga a bocajarro. Suficiente para volar feliz la semana que viene a Múnich.

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