El Madrid eliminó al City a los penaltis el pasado miércoles y dos días después, LaLiga le cambió el horario de la jornada 33. Pasó el Real Sociedad-Real Madrid a viernes para que el equipo de Ancelotti tenga más tiempo para preparar la idea de semifinales contra el Bayern. Un detalle comprensible, aunque muchos dudamos de qué estos favores solo se le hacen al Madrid. Pero, de pronto, para cambiar su partido, LaLiga varía también la fecha de otros seis partidos de la jornada.
En nombre del puzle televisivo, de los derechos de Movistar y DAZN, se desmonta la agenda y se demuestra lo de siempre: que les importa un comino los socios y aficionados que van al campo. Así se sienten muchos culés y otros tantos chés que pensaban ver el Barça-Valencia un sábado al mediodía, que era horario ideal, familiar, para hacer el desplazamiento, y de pronto se pasa a lunes (¡lunes!) a las 21 horas. Conozco a una familia de Londres que venía a Barcelona a pasar el fin de semana y tenía entradas para el sábado. Ahora tendrá que ver el partido desde un bar de Inglaterra la noche del lunes.
Hay miles de casos de gente agraviada, porque no es de recibo, a ocho días de la fecha de un partido, cambiarlo sin que sea por una causa de fuerza mayor. Hasta 12 equipos han sufrido este repentino cambio de calendario y es lamentable ver el silencio de los clubes para defender el derecho de sus aficiones, que tienen vida, agenda y compromisos. Nadie del Barça, ni Antonio Escudero, el invisible vicepresidente del área social, ha salido en defensa de los socios. Ni un triste tuit del club. Cada vez más solos y abandonados.