CUANDO EL VALENCIA “TENíA VéRTIGO” Y ERA EL MEJOR EQUIPO DEL MUNDO

Tal vez la clave fue el buen rollo que tenían los jugadores entre ellos. Aún hoy, Baraja y Mista muestran esa complicidad y amistad que funcionó como argamasa de un equipo pétreo, solidario, vertical, que marcó un hito: el Valencia de 2004 ganó la Liga y la Copa de la UEFA con un presupuesto seis veces inferior a los del Madrid o Barça. “Fue increíble”, coincidieron ambos exjugadores en el emotivo acto, organizado este jueves por la Cadena SER y el diario AS (ambos del Grupo Prisa, como este periódico) con motivo de los veinte años del doblete. El 9 de mayo de 2004, el equipo logró en Sevilla matemáticamente su sexta y última Liga. 10 días después, alzó la Copa de la UEFA en Göteborg, superando por 2-0 al Olympique de Marsella.

El que fuera máximo goleador español en aquel año inolvidable para los valencianistas (Mista marcó 24 dianas) y el actual entrenador del equipo recordaron algunas anécdotas de cuando dormían juntos, porque solían compartir habitación, en un tiempo en que el equipo aspiraba a todo y no la permanencia o a las migajas de Europa como en la actualidad. Angulo, tan afilado y musculado como antaño, rememoró la larga melena al viento de Rufete cuando corría por la banda en contraste con el aspecto lampiño que luce hoy el antiguo extremo, que se sonreía desde la primera fila de la atestada sala de la Rambleta de Valencia. Sus carreras perviven en el campo a través de su hijo Fran Pérez. Los trofeos ganados en 2004, cedidos por el club para la ocasión, presidieron el acto.

Quién no se acuerda de los golazos, síntesis de potencia y calidad técnica, del centrocampista Pipo Baraja, o de las imparables internadas de aquel explosivo Vicente que solo las lesiones frenaron o del sentido de la realidad del fútbol del delantero silencioso Juan Sánchez, también presente en la gala presentada por el jefe de deportes y la jefa de redacción de Radio Valencia, Fran Guaita y Ana Durán, respectivamente, con la colaboración del As, Conrado Valle. Sí, sí, aquel equipo entrenado por Rafa Benítez era sobre todo defensivo, pero también muy vertical, sabía jugar y atacar, apuntaron los invitados. “Tenía vértigo”, afirmó Alfredo Relaño, presidente de honor del As, que tantas expresiones ha acuñado en el fútbol español. Era un equipo muy completo, sabía perfectamente a lo que jugaba, coincidieron el escritor e historiador del Valencia CF Alfonso Gil, el director de Carrusel Deportivo Dani Garrido, y el expresidente del club Manuel Llorente.

Fue, no en vano, el mejor equipo de mundo aquel año. Y no lo dice un forofo, que también, sino que lo acreditó la Federación Internacional de Historia y Estadística del fútbol. “El millor equip del món”, certificaron en valenciano sus arquitectos desde la secretaría técnica Javier Subirats y Jesús García Pitarch. Y en valenciano solía hablar el hombre que presidió el club en su año más extraordinario, Jaume Ortí. “Xe, bonico!”, era su latiguillo lingüístico, su manera de romper una distancia que él nunca marcaba pero que el cargo podía imponer. Desbordaba humanidad, ajeno a la impostura mediática. A veces se olvida mencionar que él fue el presidente de la etapa más gloriosa del Valencia. La gala de este jueves no. Tributó un sentido homenaje al expresidente, fallecido en 2017. Fue, sin duda, el momento más emotivo, como se reflejaba en los rostros de su hija Noema y su hijo Jaume Ortí, que recibieron el cariño del público y los periodistas.

Mucho tiempo después de aquel año extraordinario, Jaume Ortí estaba esperando a su nieto Pau en la parada del autobús del colegio. Estaba absorto, sumido en sus pensamientos. Un aficionado le interrumpió y le preguntó si podía molestarle unos segundos. Solo quería agradecerle los buenos momentos que había vivido gracias a aquel equipo tan terrenal, nada galáctico. “Clar que sí, bonico, va estar bé, eh?”, comentó esbozando una sonrisa.

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