EL MADRID SE ACERCA AL OBJETIVO

La agonía de correr sin mirar atrás para escapar del monstruo del descenso es a estas alturas más palpitante incluso que la lucha por el primer puesto. Y ambas cosas andaban en juego en el WiZink Center. No hubo sorpresa (94-80), aunque sí hubo partido, disputa durante varios minutos, incluida una buena reacción final visitante. Venció un Madrid en forma que tira de todas sus piezas en el doble reto Euroliga y ACB y casi todas le responden (Chacho y Rudy se quedaron fuera de la convocatoria esta vez y Deck no participó). Chus Mateo arrancó con tres principales, Campazzo, Musa y Tavares, sobresalientes los dos últimos, y añadió al quinteto a Abalde y Eli Ndiaye, que firmaron sus dos mejores actuaciones del curso liguero por sensaciones y números. El alero gallego hizo 14 puntos (un solo fallo en el tiro) y 4 asistencias para 17 de valoración en 25:48 y el canterano sumó 13 tantos con 3/4 en triples (16 créditos en 25:29).

Los más exigidos en el playoff europeo ante el Baskonia se quedaron en menos de 17 minutos con una aportación exprés y muy eficaz de Llull como base en solo 12:16 (10 puntos y 4 pases). El Real acabó con 23 asistencias y 125 de valoración después de embocar el 71% de los tiros de dos, el 42% de los triples y el 95% de los tiros libres (21/22). El Granada no se acercó a esas cifras, pero mostró orgullo, deseo de lucharlo y se agarró a sus 12 rebotes ofensivos y a sus 9 recuperaciones para dar un último coletazo a falta de 4 minutos (84-75).

El triunfo del Obradoiro ante el Andorra el sábado deja ahora un triple empate en la pelea entre los dos equipos gallegos y el Covirán por huir de esa segunda plaza de descenso. Y no es una pelea de mínimos, sino de máximos con un buen desempeño de los tres, bien reforzados y no achantándose ni contra los grandes. Lo vimos en el Palacio, con un Granada contestón frente al líder en la primera parte, en especial hasta el minuto 15, capaz de aguantar, incluso proponer, un ritmo alto con una amplia rotación muy bien gestionada por Pablo Pin. El juego y la determinación de los andaluces por momentos parecía subirlos de categoría en la lucha, no muy lejos de algunos contendientes de playoff. Sin embargo, cruzarse en mayo en la ACB con un Madrid pletórico, clasificado para la Final Four y, por lo tanto, con la mente limpia y hasta cierto punto más descansado y fresco que sus compañeros de viaje europeo es mal augurio.

Llull, Abalde, Ndiaye...

Fíjense en los números: en el primer cuarto los blancos solo habían fallado dos tiros y al intermedio agrupaban un 15/19 de dos y un 5/10 de tres. ¿Y aún aguantaba el Granada? Sí, porque atrapaba 5 rebotes ofensivos más (1 a 6) y perdía tres balones menos (7 a 4), lo que le permitía lanzar nueve veces más a canasta en los 20 primeros minutos. Resistían los visitantes tras hilvanar dos triples Rousselle (33-32) y con un quinteto completamente nuevo respecto al titular, en el que la fuerza del 2,10 Malik Dime y sus continuaciones se hacían notar en la pintura. Entonces, Chus Mateo solicitó un tiempo muerto y, después de varios exabruptos, pidió defensa, contacto atrás y rebote. El Madrid aceleró, esta vez con Llull al timón tras ejercer antes como directores Campazzo (5 asistencias en los 7 primeros minutos) y un Alocén que no termina de encontrarse. Vimos a un Tavares muy fuerte de salida, e intimidante (3 tapones y 16 de valoración en 8 minutos), y luego a Llull, Hezonja y Poirier dando un paso al frente para abrir la primera brecha de más de 10 puntos: 49-37 con Causeur como perro de presa y pasador (4 asistencias).

En la reanudación, Musa se llevó un golpe en la cara que lo encorajinó. Hasta 9 tantos y 2 recuperaciones para poner el +22 (77-55, minuto 29) muy bien acompañado por Abalde y Ndiaye, los dos alzaron la voz a su manera para que cuenten más con ellos. El Madrid afrontó el acto definitivo algo relajado, palabra que tiene prohibida el Granada dada su situación. Así que la reacción nazarí era lógica: 84-75 tras un parcial de 7-20 con hasta 8 jugadores anotando en el ese tramo. Hubo parón merengue, un tiempo muerto de su entrenador, que devolvió a un Llull muy metido y a Hezonja a escena para templar la crecida del adversario. Así fue. El Madrid sigue líder, a dos victorias (o a una si el Unicaja tropieza), de asegurar el primer puesto, pero qué dos partidos le restan: el viernes en Valencia y el domingo contra el Baskonia en casa.

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